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CRISTINA de SUECIA
Cristina de Suecia (1626-1689) fue una de las personalidades más volubles y sobre la que más se comentó en el siglo XVII; convertida en Reina de Suecia con tan sólo 6 años, en 1632, después de la muerte de su padre en batalla, la muchacha, dotada de un carácter volitivo y de una rápida inteligencia, soportó a duras penas la regencia de los nobles de Suecia durante 12 años (de hecho, sólo al alcanzar la mayoría de edad fue coronada oficialmente en 1650), pero siempre se comportó en forma anticonformista ostentando su independencia de juicio y mostrándose mucho más interesada en la cultura (hospedó a Descartes en la corte y lo hizo, además, su instructor), y en la vida mundana más que en política o en la lucha de religiones que desangraban Europa. Justamente fueron las luchas entre Católicos y protestantes los que al final determinaron su abdicación: sometida a fuertes presiones por parte del Vaticano para favorecer su conversión, lo que habría dado por fruto una Reina católica en un país de tendencia protestante; Cristina aprovechó la ocasión para abdicar a favor de su primo y dejó Suecia, atravesando toda Europa vestida de hombre, a caballo y seguida sólo con una pequeña escolta. Antes y después de emprender los largos viajes que hizo por el continente, dando así libre desfogue a su sed de libertad, largamente radicó en Roma, donde por añadidura instaló una pequeña corte personal en el Palazzo Riario, a los pies del Gianicolo. Su salón se volvió celebérrimo no sólo en la ciudad, sino en toda Europa y no sólo por las fulgurantes fiestas que tenían lugar, sino sobre todo por su intensa vida cultural: Cristina fue la fundadora de la Accademia Reale, primer núcleo de la célebre Academia Romana de la Arcadia, consiguió increíblemente mantener exiliado también todo su peso político, interviniendo activamente en los asuntos internacionales como favorita de los cuatro Papas que se sucedieron durante su estancia romana. A su muerte tuvo el gran honor de ser sepultada en las Grutas Vaticanas. Su carácter orgulloso e independiente que la hacía tan similar a Óscar traspasa de esta anécdota: Presionada por los Notables de la corte para que se decidiese finalmente a escoger esposo, proclamó su total aversión al matrimonio, muchas veces confirmada, con esta frase: "¡Yo no moriré solterona, moriré solterón!"
-------- NdTr. Cristina de Suecia no se caracterizaba por ser una mujer especialmente atractiva para el canon de la época, así que desde muy pequeña fue despreciada por su madre (la que terminó escapándose con un noble danés), mientras que su padre veía en ella al heredero varón que perdió y como futura reina, decidió prepararla como tal. Así, rápidamente Cristina se aficionó a vestirse con ropas masculinas. Su abdicación, también se debió a sus intenciones de casarse con el embajador español Antonio Pimentel. Lastimosamente, este murió antes de abandonar tierras suecas, motivo por el cual Cristina decidió hacer el resto de su viaje de incógnito vestida como hombre. Eventualmente, por el resto de su vida tuvo intenciones de volver a ceñir la corona e intrigó con ese objetivo. Finalmente, falleció de erisipela en las piernas el 19 de abril de 1689.
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