EL CASO DREYFUS

El testimonio histórico de Alfred Dreyfus y del caso que lo envolvió a fines del siglo XIX, se unen y se entrelazan a la historia de La ventana de Orfeo y al misterio de la familia Alensmeier.

El 13 de Octubre de 1894 Alfred Dreyfus, oficial judío de artillería del Ejército francés fue arrestado y acusado de espionaje a beneficio de Prusia y después de un proceso sumario que tuvo lugar entre el 19 y el 22 de Diciembre del mismo año, fue degradado con una ceremonia desarrollada el 5 de Enero de 1895 en el patio de la Escuela en la que le fueron arrancados sus grados del uniforme y rota su espada; condenado a trabajos forzados en la Isla del Diablo.

Todo comenzó con las mutuas infiltraciones de espías que tenían por entonces Alemania y Francia en el país contrario. Si por un lado los franceses tenían sus espías en la embajada de Alemania en Francia, los alemanes tenían los suyos en el Ejército francés, como se evidenció en agosto de 1890 cuando fue condenado el archivista Boutonnet, del servicio de artillería, por haber enviado documentos sobre un cargamento de obús a Alemania. De resultas de lo cual, en Alemania el teniente coronel Maximilien von Schwartzkoppen asume la responsabilidad de continuar con las infiltraciones. Eventualmente, se descubre que su nuevo contacto era un tal "Dubois" (Esterhazy), apellido que es relacionado con el de Dreyfus y he aquí que este se convierte en chivo expiatorio.

Alfred Dreyfus desde su arresto siempre se declaró inocente y en 1897, dos años después, el Coronel Piquart presentó una relación a sus superiores en la que se demostraba la inocencia de Dreyfus y la culpabilidad, con numerosas pruebas, del Mayor Walsin Esterhazy. En respuesta, el Coronel Piquart fue intimidado por sus superiores a callar cuánto hubiese descubierto y fue removido de su cargo de Jefe de la oficina de informaciones del Estado Mayor y enviado a la guerra.

Aún cuando a las mismas conclusiones llegaron, después de una serie de indagaciones independientes los amigos y parientes de Dreyfus, el Ejército seguía empeñado en reafirmar su culpabilidad. Eventualmente el Ejército se vio obligado a llevar a corte marcial al Mayor Esterhazy, que lo absolvió de toda culpa en 1898. Pocos meses después el Coronel Hubert-Joseph Henry confesó públicamente haber falsificado los documentos, por orden de sus superiores, para que recayese la culpa en Dreyfus. El hombre fue arrestado y se le encontró suicidado en su celda. El Mayor Esterhazy abandonó Francia para refugiarse en Inglaterra.

La primera sentencia contra Dreyfus fue la ocasión para la derecha extremista de desencadenar una dura y violenta batalla antisemita a la que se sumaron dando su apoyo a la sentencia los representantes de la Iglesia Católica y del Ejército Francés. Esto, pues, puso sobre el tapete las grietas que existían en la nueva República francesa en temas como la igualdad y la tolerancia de todos los credos. Dreyfus se convirtió en el símbolo de la xenofobia. En cambio, numerosos fueron los intelectuales que se declararon en defensa de Dreyfus, entre ellos el escritor Emile Zola quien en 1898 escribió y publicó una carta abierta en el diario "L'Aurore" en el que, valientemente, denunciaba a las autoridades militares por mentir y por haber creado falsas acusaciones (J’accuse). Esta toma de posición le costó al escritor un año de cárcel con el cargo de difamación. Esto no hizo más que crear mayor interés en la opinión pública mundial sobre el asunto y en 1899 después de un segundo juicio de culpabilidad el gobierno de derecha fue tan impopular entre los ciudadanos que permitió una victoria aplastante del candidato progresista Loubert.

En 1899 el Caso Dreyfus llegó a la Corte de Casación donde fue ampliamente demostrada su inocencia, no obstante los pesados obstáculos que puso el Estado Mayor (cuya credibilidad a los ojos del mundo ahora estaba comprometida). En la Corte se permitió confirmar la culpabilidad de Dreyfus, aunque cambiándole la acusación: de alta traición a traición con atenuantes.

Al concluir este segundo proceso el Presidente del Consejo, para tratar de remediar la injusticia sufrida por Dreyfus le propuso a su familia y a él otorgarle una gracia, pero esto implicaba que Alfred Dreyfus admitiese con una declaración escrita su culpabilidad en todo el asunto. Dreyfus aconsejado por sus abogados aceptó, pero antes de que el acuerdo pudiese concluirse el Presidente de la República, Loubert, anuló la sentencia y le puso en libertad. Sólo en 1906 Dreyfus consiguió restablecer completamente su honor con una sentencia definitiva de la Corte de Casación.

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NdTr. Entre la variada bibliografía al respecto en pro y en contra, un resumen de todo el proceso y su trascendencia en la Historia de Francia lo encontramos en: