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LA VENTANA DE ORFEO

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a cargo de Beralia

LA LEYENDA DE ORFEO:
Entre el ser y el parecer
El caso pictórico de San Sebastián
 
 
 
 
Orufeusu no mado (La ventana de Orfeo) es el manga más extenso de Riyoko Ikeda, el cual por tercera vez nos narra la vida de una mujer que se viste de hombre; esta vez, por requerimiento de su progenitora.
 
El inicio de la Revolución rusa y la Primera Guerra Mundial, son los hechos históricos que sirven de telón de fondo a las vivencias de sus tres protagonistas: Julius Leonhart von Alensmeier, Klaus zon Maschmidt e Isaac Gotthilfe Weischeit.
 
La historia no podría tener inicio más encantador: Pasando el prólogo donde se nos narra sucintamente la leyenda de Orfeo, nos encontramos en un colegio de música (el San Sebastián) en Regensburg a inicios del siglo XX. Isaac es el chico dotado con un talento especial para la ejecución pianística, Klaus lo es para el violín y Julius… bueno, su andrógina belleza lo hace el centro de las envidias e inquinas del colegio, hasta convertirlo en una suerte de "objeto de deseo". Lo que todos ignoran, y poco a poco con el correr del tiempo irán sabiendo, es que Julius en realidad, es una mujer.
 
Lo interesante aquí, es que a diferencia de La Rosa de Versalles, donde todos los personajes saben más o menos desde el principio (excepción hecha por los hermanos Fersen) que Óscar es una mujer, en esta historia todos los personajes deben ignorarlo. ¿El motivo? Julius asume una identidad masculina para poder heredar los bienes de la familia von Alensmeier, compuesta (pero esto no lo llegará a verificar) por nada menos que un fabuloso tesoro, la fortuna del zar de Rusia que su padre custodia en caso de emergencia.
 
Siendo que los otros estudiantes del San Sebastián ignoran el verdadero género de Julius, se sienten perturbados por su presencia, llegando la historia a jugar con una temática homosexual, algo ya sugerido en Versailles no Bara y Oniisama-e; y completamente abordado en Claudine...! Así, tenemos a David, un estudiante de los años superiores quien sospecha que Julius podría ser en realidad una mujer, pero cuyo afinado tacto le persuade de que es mejor guardarse sus sospechas para sí. Klaus, quien lo descubre durante la persecución que sufren en el Carnaval, luego de la puesta en escena del drama que adapta una parte del Canto de los Nibelungos; y finalmente Isaac, quien no se entera hasta que Klaus se lo dice.
 
 
El tema de la homosexualidad ligado a instituciones católicas es algo que había llamado la atención de las mangakas japonesas. El ejemplo que me viene a la mente, es el de Kaze to ki no uta (La canción del viento y de los árboles) de Keiko Takemiya, donde entre parrafadas en Latín, Gilbert (el protagonista) paga en especie los beneficios de aprobar cursos, sobrevivir etc.
 
En Orumado (contracción japonesa del título), la sugerencia al amor entre chicos es sumamente velada: Mientras Klaus se burla de la "afeminada" apariencia de Julius y toma sus demostraciones de afecto como un episodio típicamente adolescente (hasta antes de saber de que se trata de una chica), David trata de ser para ella una fuente de apoyo y quién sabe, en el proceso llegar a conquistarla. Isaac, como escribía un poco más arriba, no sabe cómo lidiar con los sentimientos de celos y perturbación que le inspira Julius. Notables son las viñetas en las que Isaac observa a escondidas cómo David besa a la fuerza a Julius (1). Dentro de él hay una lucha entre la sanción (se trata de algo tabú, prohibido), y la represión, pues él desearía estar en lugar de David. Y claro, años después, volúmenes más adelante es él quien toma el lugar de David besando a Julius en un lugar desolado del bosque. Y es David quien debe eliminar sospechas al besar a su vez al muchachito que ha sido testigo de ese beso prohibido.
 
 
La elección del nombre del colegio no me parece algo casual, sino una elección tomada a propósito, y es que San Sebastián es el santo que desde el Renacimiento ha despertado las secretas y bajas pasiones de los artistas (homosexuales y no)… ah, y también ha servido de inspiración para sus obras.
 
Poco después del acuoso encuentro de los tres protagonistas el primer día de clases (léase, cuando Klaus invita a Isaac a secarse en su dormitorio), tenemos una divertida escena se "homoerotismo" (2): Ambos están envueltos en mantas, secándose al calor del fuego. Como quien no quiere la cosa Klaus pregunta a Isaac sobre Julius, y como no hay mucho que decir, le comunica que están prohibidas las relaciones sentimentales entre los estudiantes (recordemos que la leyenda del colegio, reza que si un chico ve a una chica a través de la ventana de la torre, tendrán un profundo y fatal enamoramiento; e Isaac ha conocido a Julius a través de esa ventana), para a continuación, intentar… ¡violarlo! Naturalmente, se trata de una broma de mal gusto que le juega Klaus, y el incidente concluye con el regreso del padre supervisor con bebidas calientes. Pero, a continuación, se nos muestra un acercamiento y luego un encuadre de un retrato que representa a San Sebastián, patrono de la Institución. Este retrato se asemeja al que pintase el italiano Antonio Bazzi (1477-1549), conocido como "Sodoma" (3).
 
Pero, ¿qué tiene qué ver San Sebastián con el homoerotismo? Nada y todo.
 
Para empezar, el mártir San Sebastián (nacido en Narbonne, y cuyo nombre según de Voragine se podría interpretar como "el que sigue la beatitud de la ciudad" (4)) era el comandante de la primera cohorte que se encargaba de la seguridad del palacio de los emperadores Dioclesiano y Máximo, hacia el 287 D. C. Siendo militar, pero también cristiano; llevaba palabras de consuelo a los mártires, cuando fue descubierto y el emperador ordenó atarlo en medio del llano, y traspasarlo a flechazos, "quedando como un erizo". Pero he aquí que no murió, sino que días después fue a reconvenir a los emperadores. Esta vez, Dioclesiano lo hizo azotar y arrojar su cuerpo a la cloaca. Al día siguiente, se le apareció a Santa Lucina, mostróle dónde estaba su cuerpo y le indicó que deseaba ser sepultado junto a los apóstoles.
 
Para continuar, de Voragine cita los Diálogos de San Gregorio según el cual, una recién casada de Toscana fue invitada a participar en la ceremonia de dedicatoria de una Iglesia a la advocación de San Sebastián. Pero, la noche anterior no pudiendo resistir a la tentación de la carne yació con su marido y al día siguiente, al entrar al oratorio y pasar al lado de las reliquias de San Sebastián, el diablo la poseyó junto con una legión de demonios, hasta que un hombre de gran santidad, llamado Fortunato, consiguió librarla.
 
Este episodio es interesante, pues relaciona la pasión sexual con San Sebastián. No es que él la haya inspirado, sino que denota lo que se guarda en secreto. La recién casada no llamó la atención del demonio (aún considerando el hecho que estaba impura en ese momento para esa celebración en específico) sino hasta que pasa al lado de las reliquias del santo. Es por su causa que se hace evidente la impureza de la mujer, ligada a la imposibilidad de retener los deseos de la carne, a pesar de que estaba casada y por lo tanto, no era un pecado.
 
Siguiendo con la idea, tenemos varios testimonios de escritores homosexuales que reconocieron serlo (5), o se sintieron especialmente impresionados al observar los retratos que presentan a San Sebastián como un apuesto, semidesnudo y extasiado jovencito; traspasado por flechas, claro está, pero en una postura que media entre el éxtasis religioso y el sensual.
 
Evidentemente, el personaje histórico no se corresponde necesariamente con el pictórico. Aparentemente, el verdadero San Sebastián al momento de su muerte sería más bien un hombre entrado en años. Las primeras imágenes que lo representan lo muestran como un señor barbudo y arrugado. Con el correr de los años, su imagen se fue rejuveneciendo y adquiriendo las facciones reservadas anteriormente a personajes mitológicos, como Adonis, Apolo; el humano Antinoo… Son muchas las hipótesis acerca del motivo de esta transformación. Por ejemplo, que Dioclesiano hubiese nutrido hacia su comandante de la primera cohorte algún tipo de sentimiento impuro…
 
Aparentemente, las flechas juegan el papel de elemento fálico que ayudaría a convertir al maduro San Sebastián en el elemento pasivo de una pareja homosexual. Como sea, durante el Medioevo estas flechas convirtieron a San Sebastián en un escudo: Así como él pudo sobrevivir a los flechazos, las víctimas de la peste que asolaba Europa deseaban sobrevivir, donde las flechas serían el símbolo de la enfermedad. Karim Ressouni-Demigneux, en su Tesis La chair et la flèche (conocida también como "Le corps de saint Sébastien: charme, dévotion et image au Moyen-Age et à la Renaissance"), aventura tres hipótesis: Primero, que habiendo sido San Sebastián militar, y estando asociado a las flechas, en el imaginario popular de los primeros cristianos habría asumido la imagen de Apolo en una suerte de sincretismo religioso. De ahí que fuese representado joven, hermoso y con los bucles dorados. Segundo, mostrarlo semidesnudo, convirtiéndolo en un joven hombre atractivo sería fruto de la asociación de las flechas con Eros, pero también como una forma de mostrar que a diferencia de Cristo, este era un hombre muy real (humano) que había sido traspasado por las flechas, y había sobrevivido a ellas. Tercera, a las influencias anteriormente mencionadas, se aúna la de las imágenes que solían adornar en la antigüedad la habitación nupcial de los recién casados: Imágenes de desnudos que servían para inspirarles, con un fin reproductivo. En el Renacimiento, siendo pocas las ocasiones para poder representar a un (hermoso) hombre desnudo, se habría echado mano de San Sebastián. Finalmente, al ser representado justamente entre los pocos años de la androginia masculina (la edad que va entre el fin de la adolescencia y el comienzo de la edad adulta), lo habrían convertido en una imagen homoerótica, algo largamente aprovechado por las campañas publicitarias contemporáneas.
 
Resumiendo, la elección del nombre del colegio de Regensbourg no es casual, sino que sirve para reforzar la idea de atracción (homosexual) que Julius ejerce sobre los otros estudiantes. Las flechas, el suplicio y posterior muerte del santo también funcionan como un presagio de la suerte que correrán los personajes protagónicos.
 
 
Notas:
 
(1) IKEDA, Riyoko: La finestra di Orfeo. Modena, Planet Manga, 2004. Vol. II, pág. 91-97
 
(2) IKEDA, Riyoko: La finestra di Orfeo. Modena, Planet Manga, 2004. Vol. I, pág. 46-47
 
 
(4) VORAGINE, Jacques de: La Légende Dorée. Paris, Flammarion, 1967. Vol I, pág. 135.
 
(5) Están los testimonios de Óscar Wilde, Yukio Mishima etc. Ver :
http://www.darbois.net/articles/miracle_sebastien.htm
 
Fuentes:

 

Bibliográficas:
 
-VORAGINE, Jacques de: La Légende Dorée. Paris, Flammarion, 1967. II volúmenes. Tr. J.-B. M. Roze.
  
Web:
 
http://www.islaternura.com/..../20SanSebastian20.htm
 
- BRAUDEAU, Michael : « Sébastien, l’icône détournée » Le Monde, DANS L'EDITION DU 28.07.04
http://www.darbois.net/articles/miracle_sebastien.htm
 
- RESSOUNI-DEMIGNEUX, Karim : "Le corps de saint Sébastien: charme, dévotion et image au Moyen-Age et à la Renaissance". Thèse en Histoire de l'art http://www-philo.univ-paris1.fr/K/maitkarim.html
 

 

 

 
 
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