El antepasado más antiguo conocido de la familia fue Glianda Kambila, de origen lituano, quien se estableció en Rusia hacia 1280 y tomó el nombre de Juan cuando se convirtió a la religión ortodoxa, lo que le permitió ascender a cargos importantes. Su hijo Andrés fue nombrado boyardo por J. Kalita. La descendencia de Andrés se dividió en dos ramas, la de Yuri (Jorge) y la de Zakhar (Zacarías), quienes ocuparon importantes cargos. Teodoro, hijo de Andrés, casó a su hija con el príncipe Teodoro de Tver, de la casa de los Rurik, a la sazón, la casa reinante. Roman, de la casa de los Yuri le dio su nombre a la familia y se alió con la casa de los Rurik al casar a su hija Anastasia con Iván IV, conocido como Iván grozni o el terrible. A la muerte de Iván IV, Boris Godunov asumió la regencia por encargo de Iván IV durante la minoría de edad de los príncipes herederos, y con la muerte de estos últimos, se extingue la casa de los Rurik. Perseguidos por Boris Godunov, los Romanof  fueron ejecutados o exiliados a Siberia, entre ellos, el sobrino de Anastasia, Teodoro, quien junto a su hermano Iván, su esposa Eugenia y su hijo Miguel se refugiaron en el convento de Ipatief, cerca de Kostroma. A la muerte de Boris Godunov, se reunió una asamblea para elegir a un zar. Escogieron a Miguel Romanov, quien no había cumplido aún los dieciséis años y que para entonces gozaba de la simpatía del pueblo.

A su muerte, el título de Zar la seguirá usando la descendencia directa masculina de la familia Romanov, hasta que en 1762 la zarina Elisabeth I de Rusia, murió sin dejar hijos varones.

Así pues, el título de zar le fue adjudicado al Duque de Holstein-Gopport, quien subiendo al trono tomó el nombre de Pedro III. Fue llamado a Rusia desde Alemania cuando Elizabeth I de Rusia, hermana de Ana, su madre, subió al trono, quien lo nombró heredero universal.

Durante su reinado entró en conflicto con los nobles Rusos por haber retirado sus tropas de la Guerra de los Siete Años y por haber concluido un tratado de paz con Prusia sin obtener nada a cambio, salvo su Alianza en una guerra, lo que lo volvió aún más impopular; así también, por haber pretendido de Dinamarca que le fuese restituida Schleswig que desde siempre había pertenecido a su Ducado.

Por añadidura, Pedro III trató de transformar la Iglesia Rusa Ortodoxa en Luterana.

Entretanto su esposa Catalina, tramaba con su amante Grigori Orlov destronarlo y así poder separarse de él sin perder su posición.

Catalina gozaba de un gran favor entre los opositores más poderosos de su esposo quienes pronto decidieron ayudarla a subir al trono de Rusia y a estos se les aunó la Guardia de Honor.

En 1762 Catalina II de Rusia se convirtió en la nueva Zarina, Pedro III diez meses después de haber abdicado a su favor fue encontrado muerto en la cárcel de Ropsha donde estaba detenido. Entre los historiadores aún hoy existe la duda sobre si Catalina II participó de algún modo en el homicidio de su esposo.

En política interna Catalina II reorganizó la administración de las provincias y permitió a la pequeña nobleza presentar peticiones al trono. Exoneró del pago de tributos y de la obligación de prestar el servicio militar, a la nobleza le concedió pleno control sobre los siervos que vivían en sus tierras y alentó las colonizaciones de Alaska y de otras áreas poco pobladas.

Catalina II instituyó en todas las capitales de Rusia Escuelas que pudiesen dedicarse a la educación no solamente de los niños, sino también de los adultos para combatir el analfabetismo de la población. Mostró el mismo gran empeño en el ámbito sanitario, con la construcción de nuevos hospitales y farmacias, lo que obligaba a cada ciudad a proveerse de medicamentos.

En política externa, Catalina II, hizo de Rusia la potencia dominante del Medio Oriente y desempeñó un importante rol de mediadora entre Prusia y Austria, empeñadas en afrontarse durante la Guerra de sucesión Bávara.

A su muerte, en 1796, el trono fue asignado a su hijo Pablo I de Rusia, quien excluyó para siempre a las mujeres de la sucesión al trono, horrorizado por la suerte que había corrido su padre. Esto, a la larga decretaría el fin de la dinastía, pues por este motivo Nicolás II no podía esperar que se sucediese una de sus hijas.

Entre los Zares de esta dinastía, ha de ser recordado Alejandro II quien abolió la servidumbre de la gleba en la segunda mitad del siglo XIX, y que según cuenta la leyenda, desapareció misteriosamente para convertirse en monje.

El último Zar de la dinastía Romanov y de todas las Rusias fue Nicolás II, cuya política interna trató de mantener centralizado el poder.

En marzo de 1917 en Petrogrado, el pueblo ruso se insurreccionó por la carestía de provisiones alimenticias y la policía zarista se puso de su lado, siendo que ya había habido varias revueltas/protestas populares en contra del Zar demandándole una reforma del país que pudiese mejorar las condiciones de vida de las clases menos afortunadas.

Sin embargo, al día siguiente Mijail IV presentó un manifiesto (a instancias del gobierno revolucionario ruso) en el que renunciaba al trono de Rusia y este fue el fin de la dinastía de los Romanov (Nicolás II es considerado el último zar de Rusia, porque Mijail de hecho nunca gobernó el Imperio y renunció al día siguiente). 

Aquí el partido bolchevique que se había dividido en dos facciones, donde la primera, los Trozki demandaban poder procesar y juzgar en un juicio abierto al pueblo a Nicolás II y exiliar su familia al extranjero; mientras la segunda, los Svreldlov  pedían una solución más inmediata e intransigente.

En 1918 el Svreldlov consiguió hacerse consignar los Romanov y entre la noche del 16 y del 17 de Julio Jurovski despertó a Nicolás II y a toda su familia, dándoles órdenes de preparar sus respectivos equipajes para poder partir e inmediatamente después le pidió a toda la familia posar para una fotografía, leyéndoles la orden de su condena ordenó a sus hombres disparar contra los últimos Romanov. Tres de los hijos del zar no cayeron bajo el fuego de los proyectiles, motivo por el cual Jurovski dio la orden de rematarlos a bayonetazos.

Los cuerpos de los Romanov fueron transportados al cercano bosque de Koptiakij donde fueron desnudados, descuartizados, echados a un pozo y aquí disueltos con ácido para ser luego carbonizados; con la finalidad de que la Armada Blanca, el ejército contrarrevolucionario, no rastrease los cuerpos y/o cualquier prueba de la ejecución.

Ana Anderson fue recogida en 1920, después de un intento de suicidio en un hospital Berlinés para enfermos mentales.

Aquí la mujer afirmó ser Anastasia Nikolaevna Romanov, dando así vida a una serie de batallas legales para apoderarse del título de Zarina y del tesoro de su familia; y batallas periodísticas entre sus simpatizantes y sus detractores.

Su aparición no hizo más que aumentar y confirmar todos los rumores que desde el día de la ejecución del zar la daban por sobreviviente de la familia Romanov, sostenido también por el comunicado oficial de los bolcheviques en el que se anunciaba la única ejecución de Nicolás II, añadiendo varias y extrañas coincidencias que relacionaban a Anna y Anastasia, como por ejemplo su gran parecido físico, así como el conocimiento de varios detalles de la vida o de los personajes de la corte rusa. Para escaparse de los curiosos y de los periodistas, Anna Anderson decidió instalarse en los Estados Unidos de Norteamérica para poder reconstruirse una vida.

En 1984 Ana Anderson murió, sin que el misterio de su vida pudiese ser resuelto. Así como su muerte, la exhumación de 1991 de los restos de la familia real re-encendió la discusión. De hecho, fueron dirigidos exámenes de ADN sobre los restos de los Romanov para poder identificar cada cuerpo y así demostrar la presencia o al menos la identidad de Anastasia. Los resultados concluyeron que los restos allí sepultados correspondían a los del Zar y la Zarina, de cuatro de sus sirvientes y de tres de sus cinco hijos.

Entre los restos faltaban los de Alexei y de Anastasia, cuando en 1994 un nuevo test de Dna realizado a través de un registro biótico afirmó que presumiblemente Anna Anderson no pertenecía a la familia de los Romanov.

Aún hoy en día esta historia no parece definitivamente concluida.