LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Bajo el nombre de Revolución Francesa son reagrupados todos los eventos políticos y sociales que caracterizaron la Historia de Francia entre 1789 y 1799 que desembocaron en la caída de la Monarquía y en el nacimiento de la República.

El 85% de la población vivía en el campo cargando con el peso de los tributos a diferencia de la Nobleza y del Clero, que derrochaban y despilfarraban el dinero proveniente de las tierras y no pagaban impuestos. El Tercer Estado (el pueblo) se diferenciaba de los otros dos (Nobleza y Clero) por su heterogeneidad: por una parte estaba compuesta por burgueses y por la otra por clases más populares.

Las tentativas de reformar el sistema tributario en Francia, fueron durante el reinado de Luis XVI, inciertos, débiles y obstaculizados por la aristocracia que tenía miedo de perder su poder; esta situación al final llevó al Rey a convocar la Reunión de los Tres Estados u Estados Generales.

Los Estados Generales era una Asamblea compuesta por los Representantes de los Tres estamentos sociales que componían la sociedad francesa (Nobleza, Clero y Pueblo).

El desencuentro entre el Tercer Estado, la Nobleza y el Clero comenzó desde la inauguración, sobretodo por la forma de contabilizar los votos. Al los Estados Privilegiados rehusarse a aceptar la propuesta del Tercer Estado de contar los votos por individuo, este último reaccionó autoproclamándose en Asamblea Nacional, empeñándose en dar a Francia una Constitución.

Poco después varios representantes de la Nobleza y del Clero decidieron adherirse a la Asamblea Constituyente que así cambió su nombre a Asamblea Nacional Constituyente.

Los soberanos decidieron contrarrestar el poder siempre creciente de la Asamblea Nacional Constituyente llamando a París a todas sus tropas. Ante esta noticia el pueblo reaccionó asaltando y tomando, el 14 de Julio de 1789 la Bastilla, una Fortaleza que sirvió de cárcel para presos políticos y que era símbolo de la opresión de la Monarquía.

El 4 de agosto de 1789 la Asamblea Nacional abolió los derechos feudales y poco después emitió una Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano, pero Luis XVI se negó a firmarla y aprobarla.

Una nueva sublevación popular obligó a los soberanos a transferirse de Versalles a París.

Entre la noche del 20 y el 21 de Junio de 1791 la Familia Real trató de fugar de París, pero fueron capturados en Varennes y obligados a regresar a París.

Entre tanto la Asamblea Nacional siempre más independiente del poder de los soberanos aprobó la Constitución.

Después de esta disposición, la Asamblea, habiendo ejecutado su objetivo; se disolvió dando vida a la Asamblea Legislativa compuesta por la derecha, la izquierda y el centro.

La izquierda veía en las declaraciones de guerra en contra de Austria el único modo de ver oficialmente aprobada su Constitución y de movilizar la actividad económica. También la derecha estaba a favor de la guerra pero con la esperanza de que ésta habría de destruir la Revolución y les ayudaría a la Restauración de la Monarquía.

El 20 de Abril de 1792 Luis XVI declaró la guerra a Austria.

La guerra no hizo más que fortalecer la consciencia popular y el espíritu de la Revolución que dio vida al Comité Revolucionario que decidió el arresto de la familia real y su condena a muerte.

Al poder del Comité Revolucionario estaban Robespierre y Saint-Just.

Robespierre pronto impuso el congelamiento de los salarios y el alza de precios, mientras desencadenaba el Terror contra sus opositores.

El 24 de Junio de 1793 fue proclamada una nueva Constitución que proveía el sufragio universal y el derecho al trabajo y a la instrucción.

El poder de Robespierre concluyó con un Golpe de Estado el 27 de Julio de 1794 y fue condenado, junto con Saint Just, a la guillotina.

En 1795 fue realizada una tercera Constitución que restableció el principio censor en las elecciones y confirmó el principio de propiedad, otorgando el poder legislativo a las Asambleas de los Quinientos y de los Ancianos; y el poder ejecutivo a un Directorio.

En 1797 el Directorio tuvo que afrontar un Golpe de Estado de los monárquicos, apoyados en el Ejército: maduraba así una mutación de régimen, que al poder civil habría sustituido pronto el poder militar de Napoleón Bonaparte.