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La vida y figura de Gregori Rasputín está entre las más complejas y misteriosas de la Historia, partiendo de intentar rastrear su fecha de nacimiento que sólo posteriormente ha sido fijada entre 1860 y 1870. Grigorij Efimovich Rasputín nació en Pokrovskoe, un pequeño villorrio siberiano. Transcurrió sus primeros años de vida sin nunca alejarse de su pequeño mundo rural. El padre, hombre autoritario, consideraba que la escuela alejaba de la religión, por lo tanto los hijos (Grigorij y Mijail) no recibieron instrucción alguna. Grigorij empezó a interesarse en la religión y en el mundo de los staretz, monjes y profetas errantes que gozaban de gran respeto, a seguidas de una tragedia: Caído en las gélidas aguas del río Tjura junto a Mijail, consiguió salvarse a sí mismo y a su hermano, contrayendo sin embargo una grave forma de pulmonía. Por esta misma enfermedad Mijail murió algunas semanas después. Durante su periodo de convalecencia, Grigorij sostiene haber tenido al visión de la Virgen María y que, gracias a este encuentro divino, pudo curarse. Con veinte años desposa a Praskovia Fedorovna Dubrovina con la cual tuvo un hijo, que sin embargo murió poco después. Esta enésima tragedia le provoca una nueva visión: La Virgen María le intima dejar todo y partir. Rasputín se vuelve un staretz entrando en contacto con los exponentes de una secta no ortodoxa considerada ilegal: los khlystos. Esta secta era muy crítica hacia la Iglesia ortodoxa oficial a la que acusaba de decadentismo y corrupción. Carnalidad y religión eran las bases del credo herético de la khlysto, que hacía del rito erótico y de los acoplamientos carnales, aún grupales, una de sus características fundamentales. El recorrido nómada de Rasputín lo lleva a considerarse "monje". Prontamente su fama se difunde por todos lados. Decide partir hacia San Petersburgo para contactarse con personas más influyentes en la Iglesia ortodoxa. Frecuentando los salones de la alta sociedad conoce a importantes religiosos, como Ivan Sergeev, favorito del Zar y a las hijas del Rey de Montenegro quien lo presenta ante la Familia Real. El hijo predilecto de la Zarina Alessandra, Alekseij, padecía de hemofilia, motivo por el cual ningún médico podía curarle. La gran duquesa Anastasia, hija del Rey de Montenegro, le aconseja dirigirse hacia un hombre santo, Rasputín. En 1905 Rasputín fue recibido en Palacio. Con sus poderes consigue detener el flujo de sangre que mata al niño. Desde aquel momento Rasputín se transforma en la sombra de la Emperatriz. Todos los reportes hechos por la policía y/o por exponentes de la Duma acerca de la conducta de Rasputín, serán considerados por el Zar como maledicencia. Rusia entra en la Primera Guerra Mundial y Rasputín decide usar su influencia sobre la Zarina para conducir su Imperio hacia la paz. Rasputín consigue que la "alemana" (como era llamada la Zarina, visto su origen alemán) nomine ministros, provocando un fuerte descontento entre la casta militar, la aristocracia nacionalista, la derecha y la oposición liberal. De hecho, ellos sostienen que Rasputín y la Zarina venden información a la enemiga Alemania. Entre 1915 y 1916 Rasputín conduce una vida reprensible, no sólo desde el punto de vista sexual: Con insistencia se habla de manojos de dinero que recibía de miembros influyentes del gobierno para poder interceder cerca de la Zarina. Una última tentativa para conseguir alejar de la corte al monje le es confiada al Primer Ministro Trepov, quien ofrece a Rasputín una gruesa suma de rublos para dejar la capital de inmediato y regresar a Siberia. El monje no sólo rehúsa, sino que también se lo informa a la Emperatriz, obteniendo la enésima victoria sobre la aristocracia rusa que decide así urdir un complot homicida en su contra. El complot fue organizado por el Gran duque Dmitrj Pavlovic, por Puriskevic y por el ambiguo Príncipe Félix Yusupov. Las voces de un posible atentado circulan por la capital. El asesinato de Rasputín fue estudiado en los más mínimos particulares: La noche entre el 16 y el 17 de diciembre de 1916 Yusupoff avisó al monje que pasaría a recogerlo para llevarlo hacia sus habitaciones a conocer a su bellísima esposa, Irina. Durante dos horas Rasputín esperó la llegada de la esposa del príncipe en su compañía mientras, en el piso superior se encontraban los otros conjurados. El monje, con gran sorpresa y estremecimiento del Príncipe, resiste el efecto del veneno (cianuro) que asimila en cantidades impresionantes sorbiendo vino y comiendo los dulces. Preso del pánico, el Príncipe decide matarlo de un balazo. Se alejó con una excusa de la sala y se reunió con sus cómplices. Los testimonios de aquélla noche son más bien confusos, no se sabe con certeza quién disparó sobre Rasputín, si el mismo príncipe Yusupoff, el diputado Puriskevic o el Gran duque Dmitrj Pavlovic o si quien lo invitó a casa Yusupoff fue Félix o su esposa Irina. No obstante Rasputín estuviese repleto de veneno y herido cerca al corazón, consiguió recobrar el conocimiento, reunir sus fuerzas para salir de la villa y echarse a correr por el jardín cubierto de nieve hacia el portón de salida. Perseguido y alcanzado, a pocos pasos del portón por los conjurados, fue golpeado repetidamente en el cráneo por Yusupoff con una cachiporra: Pocos segundos y le vino la muerte. Con la ayuda de los domésticos el cuerpo de Rasputín fue envuelto en un lienzo, atado y arrojado al río Neva. A pesar de que el cadáver estuviese atado con un pesado lastre, emergió dos días después; sometido a la autopsia durante la noche del 20 de Diciembre por el Profesor Kosorotov, en su organismo no se encontraron trazas de veneno, lo que dio lugar a disputas entre los historiadores acerca del efectivo modo de eliminación. Además fue encontrada agua en los pulmones, lo que nos hace decir que no obstante el veneno, los balazos y los bastonazos, Rasputín fue arrojado al agua aún vivo, demostrando una inesperada y sorprendente vitalidad. Gregori Rasputín fue pues sepultado con todos los honores por la Zarina, pero su cuerpo fue posteriormente desenterrado y quemado en el borde de una calle por los bolcheviques. No pasó mucho para que fuesen tomadas medidas contra los participantes del complot, aún cuando mediante algunos juegos palaciegos, no fuese desarrollado proceso alguno. Yusupoff fue enviado en "exilio al campo"; a Dmitrij Pavlovič le fue peor, y fue enviado a Persia, a combatir en primera línea.
(agradezco a RINOAH por la coloración de Rasputin arriba ) |
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