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TURCO NO KAIZOKU TO SHÛDOJÔ (EL CONVENTO Y LOS PIRATAS TURCOS) El descubrimiento de una mano momificada que aprieta en un puño una sortija donde está montada una esmeralda rodeada de perlas al interior de un cofre que flotaba en el Sena, es el inicio para Óscar de una nueva indagación, mientras Loulou se enamora perdidamente de un misterioso hombre con el que accidentalmente se ha topado por las calles de París y de quien no sabe nada. Durante la búsqueda del hombre misterioso por parte de Loulou, la niña choca con Chantal una muchacha que hace poco ha descubierto ser la hija ilegítima de un aristócrata quien ha decidido que para enseñarle los buenos modales, deberá ir a estudiar a un convento diciéndoles adiós a todos sus amigos y también a su casa. Con gran asombro para los habitantes de Mansión Jarjayes, Loulou le pide a Óscar poder entrar al convento para aprender buenos modales, como aconseja madame Vuillier a madame de Jarjayes. Inútiles son las palabras de Óscar, André y Rosalie para tratar de hacerla desistir, así que al final deciden acompañarla al convento de Santa Margarita como lo pidió la pequeña. Antes de separarse de Óscar, Loulou le susurra al oído que la vayan a buscar tras la muralla que rodea el convento dentro de tres noches, y que la palabra clave será "harina de cebada". Con el apoyo interno de Loulou, Óscar y André descubren pronto que el convento no es otra cosa que la madriguera de comerciantes de esclavos. Cuando las muchachas del pueblo dejaban el convento, no era porque sus padres les hubiesen encontrado un buen partido, sino para ser vendidas como esclavas a los turcos a cambio de joyas. De hecho, Chantal le revela a Loulou que las muchachas del pueblo que eran huérfanas eran conducidas allí con engaños, diciéndoles que habían encontrado a sus padres, que eran nobles, y que estos querían que aprendiesen buenos modales antes de su primer encuentro y debut en sociedad. Las muchachas eran luego vendidas a los Turcos, pero no teniendo familia, ninguno se preocupaba por ellas. Mediante André, Loulou le refiere todas estas cosas a Óscar, pidiéndole además, que esparza volantes conteniendo la noticia de que se había descubierto la identidad del dueño de la mano momificada. Esto, en vez de liberar a las chicas, ocasiona más bien que sean hechas prisioneras. Con ayuda de los artilugios que esconde en la muñeca, Loulou consigue escapar para terminar en el escondite de las joyas. Mientras Óscar, al no conseguir por las buenas una entrevista con su sobrina, se disfraza de la Madre Superiora, Béatrice, y está a punto de dirigir la plegaria de la tarde cuando la explosión que ocasiona Loulou consigue sacarla del apuro. Eventualmente, Óscar, André y Loulou atrapan a los implicados, excepto por el misterioso hombre que había llamado la atención de Loulou, quien se prende fuego durante el incendio, y terminará llevando una vida casi vegetal. Con todo, gracias a las influencias políticas, a los lazos con la aristocracia y al peligro que representa Rusia si se implican con Turquía en ese momento, ninguno de los implicados en el asunto es encarcelado. Al final, descubren a quién pertenecía la mano misteriosa con la sortija. La Madre Superiora del convento de Santa Margarita, punto de apoyo de los tratantes de esclavas, años antes de tomar el velo de había enamorado de un bellísimo joven, el Barón Bonasorte. A pesar de la diferencia de rango, aunque ambos eran aristócratas, la familia de ella se había opuesto a su matrimonio y él había terminado por desposar a otra mujer, entregándole la sortija con la esmeralda montada que había inicialmente comprado para Béatrice. Al saberlo, la Madre Superiora, se prometió que habría hecho cualquier cosa con tal de recuperarlo así que pidió ayuda a los Piratas para poderlo obtener, y su jefe consintió a cambio de que ella le ayudase con la trata de esclavas, proveyéndole las muchachas a cambio de las joyas. Así, los Piratas atacaron la Nave en la que viajaba la propietaria de la sortija, con la intención de que ésta se la entregase, pero la mujer estrechándola en la palma de su mano les dijo que no la obtendrían ni siquiera cuando le cercenasen el brazo del cuerpo, cosa que hicieron. Cortado el antebrazo los Piratas lo depositaron dentro de un cofre, puesto que les fue imposible despojarle de la sortija. Dicho cofre durante la travesía cayó al mar, terminando en el Sena donde luego fue visto y recuperado por los parisinos antes de que Béatrice consiguiese recuperarlo. Por cierto, Chantal es vecina de Bernard Châtelet.
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