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LA ROSA DE VERSALLES
TMS Toei Animation

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Nota Bien
Al lado del número del episodio aparece
el título original del mismo traducido en
castellano, y entre paréntesis el título que
le dieron en México los adaptadores.

a cargo de Beralia, lLuca y Ayumi-chan

 

Episodio 21: Una rosa negra florece en la noche  (Las rosas negras florecen)


Han pasado muchos años desde que Jeanne Valois de La Motte abandonó a su familia, y muchas cosas han cambiado. Ahora está lista para su grandioso "montaje".

En un garito clandestino se encuentra con el Cardenal de Rohan, un prelado pródigo con quienes le son simpáticos, y un despilfarrador vanidoso de vida poco honorable para ser un hombre de Iglesia. Secretamente enamorado de María Antonieta, su más grande ilusión es ser aceptado por la Reina y poderle hablar como confidente. Sin embargo, a causa de su conducta discordante con su rol, la Reina no quiere saber nada de él, su sola presencia le fastidia.

Jeanne decide aprovecharse de la debilidad del cardenal de Rohan y proclama ser amiga íntima de la Reina. Con esto, convence al crédulo Cardenal de escribirle una carta a la Reina, que ella le llevará en persona. Obviamente, a esta carta le sigue una falsa respuesta, escrita por Jeanne con la complicidad de un falsificador. Eventualmente, en las cartas se empieza a pedir donaciones, que en teoría son para agradar a la Reina, pero que en la práctica constituye la fortuna de los de La Motte.

Una noche el Cardenal se presenta en Versalles cuando la Reina recibía, convencido de ser bien recibido según el tenor de la correspondencia de los últimos meses, pero grande fue su sorpresa cuando ni bien verlo, la Reina decide devolverse a sus habitaciones aparentando una indisposición. Furioso Rohan convoca a Jeanne, la cual le tranquiliza haciéndole saber que:

"La Reina no desea hacer de dominio público la particular amistad que le inspira, y sólo en secreto os encontrará".

Preocupado de que la historia se le salga de las manos, Nicolás le pregunta cómo piensa hacer que el Cardenal se encuentre con la Reina. Con la mayor naturalidad, Jeanne le lleva a conocer a Nicole d’Oliva, una muchacha ciega quien vive humildemente en los suburbios parisinos, quien además, detenta un asombroso parecido con la Reina y que con argucias y dinero, podría personificar a la Reina.

La noche del encuentro, Jeanne conduce a Nicole hacia el bosque de Venus en Versalles, perfectamente personificada como la Reina, cuya única tarea era entregarle a Rohan una rosa diciéndole:

"Vos conocéis cuáles son mis sentimientos".

Increíblemente el plan funciona sin incovenientes, hasta que Óscar en su ronda pasa por ahí y los implicados emprenden la fuga.

Episodio 22: El collar que brilla ominosamente (Un collar muy peligroso)


Böhmer es uno de los joyeros más conocido en las cortes Europeas. Hace unos años, el Rey Luis XV le comisionó la confección de un collar de diamantes para la Du Barry. Luego, los eventos en que se vieron envueltos dejaron al collar sin comprador. Después de haber recorrido las principales cortes europeas, había decidido que era el momento de mostrárselo a la Reina María Antonieta, la única soberana que podía permitirse adquirirlo. Sin embargo, contra todo pronóstico, aunque la Reina se mostró interesada, decidió no comprarlo en vista de su elevado costo.

Entretanto, abatida y llena de malos presentimientos acerca de su hija, María Teresa de Austria fallece.

Después de años de espera, el anhelado heredero al trono de Francia viene al mundo. La pareja real está en la cumbre de la felicidad así como el pueblo, pero no hay paz que sea para siempre.

Años después, Böhmer regresa de su peregrinaje por las cortes europeas en busca de un comprador para su collar y se entera que la Condesa Jeanne Valois de La Motte es una amiga cercana de la Soberana, entonces decide mostrarle en privado el collar para pedirle que convenza a la reina María Antonieta de comprarlo. Intuyendo que podría sacar una gran suma de dinero, Jeanne pone en marcha su diabólico plan para apoderarse del collar. Afirma al joyero que conseguirá persuadir a la Reina de adquirirlo. Al Cardenal de Rohan, le dice que María Antonieta querría comprar un collar de inmensa belleza, a escondidas de Luis XVI, quien lo considera un gasto superfluo. Por este motivo, tiene necesidad de un garante, una persona confiable, y esta persona resulta ser él. Halagado por las palabras de Jeanne, el Cardenal acepta negociar la adquisición de ese collar en nombre de la Reina.

Ígnara de todo esto, la Reina, cansada de la agitación de la Corte, decide retirarse al Petit Trianon junto a sus hijos y acompañada de sus amigos más íntimos. Unos meses después le llega un incomprensible requerimiento de pago remitido por Böhmer, a propósito del collar. La Reina decide quemar la carta, creyendo que el joyero enloqueció por no haber conseguido vender su collar.

Entretanto, la Guerra de Independencia en Norteamérica ha concluido y los soldados que habían participado en la misma empiezan a volver en Francia. Tanto María Antonieta como Óscar esperan, a su manera, el regreso de Fersen.

Episodio 23: Astuta y malvada (Ser cruel y malvada)


No habiendo aún recibido el primer pago por el collar, y abrumado por las deudas y acreedores, Böhmer se presentó en la Corte pidiendo en voz alta al Rey ser recibido en audiencia por la Reina para poder cobrar lo que habían pactado.

El caso del collar da inicio y el Cardenal de Rohan es convocado en la Corte para poder explicar lo acaecido, sobretodo porqué en el acta de adquisición del collar apareciese su firma. El hombre, si bien avergonzado y atemorizado, le explica al Rey que la Reina –mediante Jeanne Valois, le había pedido servirle de garante para la compra de la joya. Como prueba, muestra el acta de venta firmada por María Antonieta y él mismo; así como las cartas que ella le había enviado. En una rápida lectura, Luis XVI se percata inmediatamente que todos los documentos son falsos, no sólo la caligrafía no se corresponde con la de la Reina, sino que están firmadas por "María Antonieta de Francia", fórmula en la que –como todos los cortesanos sabían-, no era usado por una Reina de Francia, que firmaba únicamente con el nombre de pila.

El Cardenal de Rohan, quien es públicamente acusado y arrestado; termina implicando a sus presuntos cómplices: Jeanne, Nicole d’Oliva, Nicolás de La Motte y Rétaux de Villette, el falsificador. El proceso en su contra puede dar inicio.

Para Jeanne la situación se revela desde el principio difícil, así que decide acusar a María Antonieta como de ser la verdadera artífice de todo, afirmando haber sido únicamente su marioneta, usada y explotada para satisfacer sus caprichos. De pasada, aprovecha para acusar a Óscar de ser su cómplice, usando como testigo a su marido, Nicolás, quien se encontraba entre sus subordinados. 

No obstante el pueblo francés esté convencido de las palabras de Jeanne, al final del proceso la mujer es condenada al encarcelamiento de por vida, y a ser marcada con la letra "V", inicial de la palabra "Voleuse" (Ladrona).

También Nicolás de La Motte, quien había escapado hacia Inglaterra antes que estallase todo el escándalo para vender los diamantes del collar; fue condenado en contumancia a cadena perpetua. Eximidos en cambio quedaron el Cardenal de Rohan y Nicole d’Oliva. Finalmente Rétaux de Villette fue condeando al exilio. 

Pero la verdadera perdedora del proceso resultó ser María Antonieta, considerada por el Pueblo y por algunos Nobles, como la verdadera responsable sino de la estafa, de haber dado pie a suponer que una Reina haría eso por su amor al lujo y a las extravagancias. 

Episodio 24: Adiós, mi juventud (Adiós, querida hermana)


No pasa mucho tiempo para que el nombre de Jeanne Valois de la Motte vuelva a estar en boca de todos. De hecho, la muchacha consigue fugar misteriosamente de la prisión donde había estado recluida después de su condena; con la protección de un muy influyente noble, cuya identidad nunca le es develada. Misteriosamente, Jeanne empieza a publicar sus Memorias, en las que narraba su vida, los secretos de María Antonieta y la lista de sus secretos. Libros cuyos contenidos eran evidentemente ficticios, pero en los que el pueblo cree ciegamente. 

A Óscar le es confiado el deber de encontrarla y volverla a encarcelar. Pero no obstante el gran despliegue de fuerzas, encontrarla parece completamente imposible. 

Entretanto, Rosalie se encuentra frente a varias decisiones. De hecho la muchacha recibe una carta de su medio hermana, Jeanne, en la que le revela el lugar de su escondite y devolviéndole el anillo de su madre, poniéndola así entre dos fuegos. Por una parte proteger a su hermana, y por la otra informarle a Óscar. Como si no fuese suficiente, también la Condesa de Polignac le plantea dos alternativas: La primera es la de ir a vivir con ella en la Corte y convertirse en una Polignac. La segunda, rechazar su propuesta y continuar viviendo con los Jarjayes; pero en este caso, ella haría de todo para desacreditar a Óscar revelando no sólo que el Coronel desconociese lo que uno de sus subordinados, Nicolás de La Motte, estuviese tramando, sino que también hospedaba en su casa a la hermana de Jeanne Valois.

Temiendo por la suerte de Óscar, Rosalie cede al chantaje de la Polignac y decide mudarse a la Corte con ella, pero antes de hacerlo deja la carta que Jeanne le había escrito a fin de que Óscar pueda capturarla.

Leída la carta, Óscar busca tiempo para reflexionar sobre lo que debe hacer, pero un soplo por parte de un noble le indica al Consejo de Estado dónde se esconde Jeanne y envían a Óscar para arrestarla.

Cuando Óscar llega al escondite de Jeanne, se encuentra con una mujer cansada y consumida por la vida, decidida a ya no luchar más. Sin embargo, Nicolás no siente lo mismo e intenta secuestrar a Óscar para usarla como rehén e intentar la fuga. Jeanne le detiene hiriéndole por la espalda y se lo lleva a cuestas hacia el sótano del castillo.

André, inquieto ante la tardanza de Óscar y sintiendo su llamada, acude en su busca y llega a tiempo a rescatarla cuando se percata que el edificio está a punto de estallar con la pólvora que Jeanne prendió para inmolarse junto a Nicolás, quien le asegura que muere feliz al lado de su amada.

Con todo, la muerte de Jeanne no puede borrar la maledicencia de los nobles sobre la corona y sobre María Antonieta, que a partir de ahora en adelante ostentarán una imagen manchada.  

Episodio 25: Un minuet de un amor no correspondido (Bailando con un amor no correspondido)


Después de siete años de lejanía, el conde von Fersen regresa a Francia.

Inicialmente, Fersen deseaba detenerse en Francia el tiempo necesario para descansar, sin prevenir o encontrarse con María Antonieta, temiendo que los sentimientos que sentía hacia ella y que reprimía fatigosamente pudiesen reaflorar. Pero al saber por Óscar y André del odio que el pueblo sentía a por la Nobleza y la Reina, decide reencontrarla y dedicar su vida en protegerla.

Durante su encuentro María Antonieta no consigue frenar sus lágrimas por la dicha de volver a ver a von Fersen, quien preocupado por su incolumidad le pide que regrese a Versailles, que trate de reconciliarse con la Nobleza y que se aleje de la Condesa de Polignac, quien en todos esos años únicamente buscaba aprovecharse de su bondad e ingenuidad.

El corazón femenino de Óscar ya no puede ocultar sus sentimientos hacia Fersen, está enamorada de él y sufre porque una vez más, él ha escogido a María Antonieta.

Así, Óscar decide presentarse en el baile de la Corte ataviada con un vestido de baile, haciéndose pasar por una Condesa extranjera de paso por Francia. Toda la sala permanece encandilada por su belleza y tímidamente, Fersen se le acerca para pedirle un baile. Sus manos se tocan, él la estrecha entre sus brazos, e inmediatamente le habla acerca de una bella mujer, de su buen carácter que se le parece y que esconde su cuerpo bajo un uniforme impidiéndole a cualquier hombre que se le acerque y que para él es su mejor amigo.

¡Mejor amigo!

Óscar fuga de la sala después de tropezar y que él la sostuviera preguntándole si acaso ella no era… Ahora Óscar tiene la certeza de que él nunca podrá enamorarse de ella, y que después de muchos años ha llegado el momento de renunciar a él y callar su corazón de mujer.   

Episodio 26: ¡Deseo encontrar al Caballero Negro! (¡Quisiera conocer al Caballero Negro!)


De un tiempo a esta parte los nobles están siendo aterrorizados por la figura del Caballero Negro, un ladrón que sólo roba la casa de los nobles para repartir el botín entre los parisinos empobrecidos. 

Óscar está decidida a prenderlo y junto con André pone en marcha un plan. De su propia iniciativa, Óscar se prueba el traje negro para intentar personificar al Caballero Negro. Sin embargo, como André dice, su cabellera rubia y su porte delgado la delataría mientras que él podría asemejársele más y mejor. El plan es robar tanto y de tal forma que el verdadero intente capturarlo y a su vez, atraparle a él.

Sin embargo, este compromiso no persuade a André de dejar sus misteriosas salidas nocturnas; a causa de una de las cuales deja a Óscar esperándole en vano. Así pues sola, Óscar asiste a un baile en la Corte adonde el Caballero Negro decide hacer de las suyas. Persiguiéndole, Óscar termina malherida intentando esconderse entre las callejuelas parisinas, donde cae desvanecida.

En medio de sus pesadillas, es André el misterioso caballero que roba a los ricos para darle a los pobres, asustada ante esa perspectiva, despierta en medio de una casa humilde donde habita… nada más y nada menos que Rosalie.

A Óscar le parece increíble que Rosalie se haya fugado de mansión Polignac, pero también que personas amables como Rosalie y la señora que la cobija tengan tan poco para comer.

De regreso a Mansión Jarjayes, Óscar confronta a André y este se ve obligado a invitarla a una de sus citas clandestinas. Óscar piensa que sintiéndose identificado con los desposeídos, André no querrá seguirla ayudando a intentar capturar al Caballero Negro, pero sucede lo contrario cuando esa noche van a robar. Esa noche, el verdadero Caballero Negro emerge de su escondite e inicia un duelo con André en el claro de una arboleda. Incapaz de atinarle al blanco, Óscar ve impotente cómo André es herido en el ojo izquierdo.

Episodio 27: Aunque perdiese la luz... (Aún cuando perdiera la vista)


El ojo izquierdo de André está gravemente herido, pero afortunadamente parece que su visión está a salvo. Con todo, el médico le recomienda a la Nana y a André de evitar cualquier fuente de luz hasta que no se haya recuperado o se arriesgaría a perder la vista en ese ojo para siempre.

Mientras Óscar trata de recordar cualquier pista y cae en la cuenta de que el Caballero Negro desapareció ante el Palacio Real, la residencia del duque de Orleáns. Además de herir a André, el Caballero Negro aprovechó para robar una partida de fusiles a los soldados de su padre. Óscar decide visitar al duque y obtener información de él. El susodicho niega estar relacionado con el Caballero Negro, aunque no le extrañaría que este se encontráse entre los contertulios que se reúnen en su palacio, así que invita a Óscar a participar y hacer sus propias pesquizas. Y en efecto, a quien busca está allí, sólo que escondido y ordena secuestrarla para poder pedirle a su padre un rescate en armas. 

La Nana le informa a André que desde hace dos días Óscar no ha vuelto, y que el último lugar al que acudió fue el Palacio Real. Sin embargo, cuando enviaron a un propio a inquirir, les respondieron que Óscar se había ido ese mismo día. Inquieto, André decide despojarse de sus vendas y vestir el traje del Caballero Negro para ir en su rescate.

Óscar se niega a aceptar la petición del Caballero Negro de escribirle a su padre, y más bien planea su estrategia de fuga. 

André consigue infiltrarse en el Palacio Real, donde todos le toman por el verdadero. Así consigue encontrar la celda de Óscar y liberarla, luego del susto inicial cuando ella intentó desmayarlo. Óscar decide aprovechar su oportunidad de capturar al verdadero. 

Aprovechando su ventaja, Óscar y André consiguen fácilmente su objetivo. Óscar abandona el Palacio escondida bajo su capa, mientras que André hace la pantomima de ser el verdadero en persecución de su doble. Pero, algo sale mal: por un lado, el verdadero intenta escapar confiado en la bondad de Óscar y termina con un hombro herido; y por el otro André empieza a sentir molestias en su ojo izquierdo cuando más divertido se encontraba con el asunto.

Óscar se ve obligada a ocuparse del Caballero Negro, descubriendo que se trata del periodista amigo de Robespierre, Bernard Châtelet. Titubea entre vengarse y perdonarle, pero André insiste –aún sabiendo que perdió la visión en el ojo izquierdo para siempre- en liberarle, puesto que es el único que puede aliviar un poco el sufrimiento de los pobres, aunque su proceder sea perjudicial para otros.

Óscar decide contentar a André y libera a Bernard, a pesar de que su padre le mostró su orgullo por este éxito. Óscar hace arreglos para alojar a Bernard con Rosalie hasta que se hubiese recuperado. Bernard agradece su bondad, mientras que Óscar le asegura que está en deuda con André, no con ella. 

Episodio 28: André, un verde limón (André declara su amor)


El Delfín Luis José sufre de unas fiebres muy altas que desconciertan a los médicos y preocupan a su madre. María Antonieta corre hacia la capilla pidiéndole a Dios perdón por todos sus pecados y ofrece a cambio de la salud de su hijo, que jamás se volverá a relacionar con Fesren. Impotente, Fersen es testigo del alboroto general y de las súplicas de la Reina. Entonces, decide que ha llegado el momento de aclarar algunas cosas con Óscar, por ejemplo, si ella está relacionada con cierta Condesa extranjera.

André tampoco ve la vida color de rosa, pues se fatiga su vista cuando intenta focalizar los objetos. Por añadidura ya no puede practicar esgrima con Óscar y en el colmo de sus males, Fersen llega para confrontar a Óscar. "Existen actitudes que no se pueden disfrazar", le dice Fersen mientras repentinamente aferra su mano, justamente como la noche del baile. Conmocionada, Óscar huye ante la mirada atónita de André. Con lágrimas en los ojos ante las caballerizas, Óscar declara que sólo existen dos tipos de amor, uno feliz y el otro amargo. Fersen le corrige, sólo existe el amor amargo. Así concluye su amistad. Fersen agrega que de haber sabido desde un principio que ella era mujer, a lo mejor las cosas habrían sido distintas. Para consolarla, le confiesa que ella seguirá siendo por siempre, su mejor amigo.

André intenta consolar a Óscar, pero esta le rechaza. Despechado y angustiado por sus problemas de vista, André va a embriagarse y en una taberna, conoce a Alain de Soissons, soldado de la Guardia Francesa quien trata de consolarlo y al percibir su reticencia, decide cambiar su estado de ánimo.

De regreso en Mansión Jarjayes, Óscar le comunica que renunciará a su puesto en la Guardia Real.

Óscar solicita audiencia con la Reina, y le pide su autorización para poder abandonar la Guardia Real y ser reubicada en otro puesto. A pesar de eso, promete seguirle siendo fiel. La Reina intenta conocer el motivo de tal repentina decisión, pero no obteniendo respuesta, acepta agilizar los trámites.

Viéndola luchar contra el viento montada en su brioso caballo blanco, André se pregunta si Óscar renunció a su puesto para evitar proteger a la mujer que ama Fersen. Él está convencido de que huir es imposible, puesto que si fuese así él ya habría escapado hace mucho.

Al guardar los caballos, Óscar rememora su infancia como un tiempo feliz en el que sintiéndose un varón, no le preocupaban los problemas sentimentales, y ansía volver a sentir lo mismo. Por eso, explica ella, desea un puesto de trabajo que le plantee el reto de demostrar su capacidad como militar. André la escucha en silencio, hasta que su vista le produce vértigos. No hay forma de escapar.

Una noche, mientras André rememora su última visita al médico y decide tomarse unas copas para consolarse, su abuela le ordena amigablemente que le lleve la bandeja con el refrigerio a Óscar, quien se encuentra tocando el piano. Al despedirse, Óscar le detiene para comunicarle que visto el nuevo rumbo de su vida, ha decidido liberarle de su trabajo, de modo que le deja libre para continuar asistiendo a sus reuniones clandestinas o a donde le plazca. Comprendiendo la verdadera motivación, André recita la frase fatal: "Una rosa es una rosa, sea rojo o blanco su color. Pero una rosa jamás podrá ser una lila". Tomándolo como una provocación, Óscar le exige una explicación. Ante su silencio, Óscar se exaspera y empieza a abofetearle y a sacudirle exigiendo una respuesta: "¿Quieres decir que jamás podré dejar de ser una mujer? ¡Responde André, mi vida depende de tu respuesta!"

Contra todo pronóstico, André aparta sus puños con inusitada fuerza, para poderla besar. Tratando de liberarse, Óscar termina siendo empujada sobre su lecho, donde André cae encima de ella y prosigue. Óscar amenaza con pedir auxilio, cuando siente desgarrarse su camisa, y entonces André se bloquea. Con lágrimas en los ojos, jura que nunca más le volverá a hacer algo así, y cubriéndola, le confiesa que está enamorado de ella desde hace veinte años. Y que sí, una rosa es una rosa, y una mujer es una mujer. Por mucho que ella intente escapar, jamás podrá conseguirlo.

Apesadumbrado, André se retira.

Episodio 29: Una muñeca aprendiendo a caminar (Una joven que se enfrenta al mundo)

El General de Jarjayes no puede dar crédito a la noticia de la renuncia de Óscar, y la busca tanto a ella como a André para conocer los motivos. Para nada asustado con su furia, André le responde que no sabe nada, y agrega que Oscar le ha liberado de sus funciones. Esta novedad, inquieta al General.

La Reina le comunica a Óscar que el único puesto disponile por el momento, es el de comandante en la Compañía B de la Guardia Francesa. Lastimosamente, no existe disponible otro más adecuado a sus cualidades. Óscar lo acepta de todos modos, así como acepta el desfile de despedida de sus soldados de entre los que Gerodere en nombre de todos, desea saber si es por causa de algunos de ellos que dimitió. Óscar lo niega, y declara que recomendó a Gerodere para sucederle en ese puesto.

Al salir, Óscar vuelve a toparse con André quien sostiene las bridas de su caballo, y rememora la penosa escena de la noche pasada. Le anuncia que recibió su nuevo nombramiento y que piensa pasar una semana de vacaciones en su casa de Normandía, y que él no está obligado a acompañarla. Le confiesa, además, no estar molesta con él, pero que no quiere volver a hablar de lo que pasó la noche anterior, sino que prefiere olvidarlo.

Deprimido, André se pasea de taberna en taberna aferrado a la botella, hasta que vuelve a encontrarse con Alain, quien no pudiéndole acompañar a causa de estar en servicio, le da referencias de dónde poder encontrarle. Al oír esto, André desea pedirle un favor…

Pasada la pausa reflexiva, Óscar desea desempeñar su nuevo cargo lo más pronto posible, motivo por el cual se presenta en las barracas un día antes de lo previsto. Y sorpresivamente, decide conocer a sus nuevos subordinados in situ. Pero la sorpresa se la lleva ella cuando entre los enrolados, cruza la mirada con la de André.

Furiosa, le pide cuentas en la privacidad de su despacho, a lo que con la mayor tranquilidad del mundo él replica que está ahí porque ella le dijo que era libre de hacer lo que quisiese y visto que tenía allí un amigo, había entrado con su ayuda.

En silencio, Óscar le deja hacer.

Pero son otros los problemas que se le presentan, cuando los soldados empiezan a murmurar que su nuevo comandante no sólo es aristócrata, sino además mujer. Humillados en su así llamada "virilidad", ninguno acepta servir bajo las órdenes de una mujer, y lo demuestran cuando al día siguiente se niegan a pasar revista y André se convierte en su portavoz.

Airada y sin preámbulos, Óscar entra a las barracas y exisge respeto a su rango. Indolentes, los soldados se niegan a obedecerle. Óscar les reta a duelo: Si ella vence, le obedecerán sin protestar; si ella pierde, se marchará sin buscar desquitarse. Alain se niega a luchar contra una mujer, pero es otro quien decide hacerlo en su lugar.

Los soldados entonces son espectadores de una extraordinaria muestra de agilidad y destreza por parte de Óscar, quien pese a competir contra un oponente más corpulento que ella, logra vencerlo limpiamente. En nombre de todos los soldados, Alain declara que obedecerán a su nuevo comandante, siempre que ésta no olvide que ellos no son tan respetuosos como los soldados de la Guardia Real.

Durante la revista de tropas, Alain empieza a sospechar que exista algo entre su nuevo camarada y su nuevo comandante; lo mismo que los otros soldados.

Pero las sorpresas parecen no detenerse allí, pues el conde de Gerodere decide hacerle una sorpresiva visita a Óscar y no para comentar acerca de su nuevo cargo como Comandante de la Guardia Real, sino tan sólo para verla. En eso, en medio del ventarrón postmeridiano, la Nana le revela a Óscar que el conde de Gerodere en realidad vino a entrevistarse con su Padre, el General, para pedirle su mano en matrimonio, y que éste aceptó.  

Episodio 30: Tú eres la luz, yo soy la sombra (Tú eres luz, yo soy sombra)

A pesar de todo, los soldados de la Compañía B han solicitado por escrito el traslado de su nuevo comandante. Preocupado, el general de Bouillé hace partícipe al general de Jarjayes acerca de lo problemático que sería para el gobierno teniendo que lidiar con el descontento popular, imponerles un líder que detestan; dejando a un lado el hecho que Óscar ameritaría ocupar un puesto de mayor élite. El General de Jarjayes responde más bien que no se preocupará de eso, pues pronto casará a su hija.

Entre los soldados se empieza a correr el rumor que André trabajó como sirviente personal de Óscar en Mansión Jarjayes. Entonces, suponen que se enroló para espiarles. Por este motivo, Alain le advierte de evitar quedarse solo.

Inquieta ante la prolongada ausencia de André, la Nana le pide a Óscar que investigue qué pudo haber sido de él. Tranquilamente, Óscar le comunica que André se enroló y que ahora es uno de sus subordinados. Pocos días después, una regañona abuela se aparece en las barracas para llevarle vituallas a su nieto y reclamarle por no haberle advertido de su decisión. Eventualmente, decide contarle que en Mansión Jarjayes se asegura que el padre de Óscar desea casarla pronto. Perturbado y distraído, André regresa a las barracas y tomándolo desprevenido, los soldados aprovechan para echarle una tunda en la armería. Tanto es el alboroto que Alain interviene amenazando a los instigadores y cuando se dispone a atenderle, es testigo de cuánto André sufra no por el dolor físico, sino por el hecho que Óscar pronto se casará. Comprendiendo la situación, burlonamente Alain le recomienda a Óscar quien acaba de llegar, que se ocupe del herido.

Óscar le comunica a su padre que no planea casarse ni con Gerodere ni con algún otro. Su padre intenta persuadirle hablándole de su belleza, de su inteligencia y de muchas de sus cualidades que harían la felicidad de un hombre. Óscar le confiesa que se enamoró y no fue correspondida, y que justamente la educación recibida le permitió superar sus sentimientos y actuar como ninguna otra mujer podría hacerlo en su sociedad. Si su padre se considera responsable por haberla hecho desdichada, por el contrario, ella le agradece el estilo de vida que puede llevar gracias a él.

Y visto que la persuasión y los halagos no funcionan, el General vuelve a las antiguas mañas y le ordena a Óscar presentarse con vestimenta femenina en el próximo baile que el general de Bouillé está organizando en su honor para que busque pretendiente.

En otro extremo de la ciudad, Saint-Just tiene un intercambio de opiniones con Robespierre, así que fiel a sus principios, decide actuar por su cuenta y atentar contra la vida del General de Bouillé. Sólo que comente un pequeño error y termina hiriendo al General de Jarjayes.

A toda prisa, Óscar llega al pie del lecho del enfermo, para desmoronarse al saber que se encuentra fuera de peligro. Demostrándole su amistad, está André quien le ofrece un pañuelo para secarse las lágrimas.

Aprovechando su maltrecho estado de salud, el General de Jarjayes le dice a Óscar que si bien le agradaría que encontrase a su atacante, le haría mucho más feliz verla establecida junto con un esposo, así que aprovecha para pedirle a André que la escolte al baile que el General de Bouillé dará en su honor.

El día fijado, Óscar rehúsa la compañía de André, asegurándole que no piensa casarse. De hecho, al baile en su honor se presenta vistiendo su uniforme de servicio y burlonamente exclama que una fiesta sin damas es bastante rara. Y como se siente de más, prefiere retirarse. Entre los invitados, sonríe melancólicamente Gerodere, pues una vez más, Óscar se ha salido con la suya.

En su lecho de enfermo, el General de Jarjayes llora amargamente. Desea que su hija sea feliz como las otras muchachas de su edad, pero comprende que es demasiado tarde.

 

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