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a cargo de Beralia Episodio 31: Una lila florece en las barracas (Las lilas florecen en las barracas)
El General de Bouillé ordena a Óscar proteger al Príncipe español Aldelos, quien realiza una visita de buena voluntad en Francia; de los rebeldes que querrían matarlo a él y a su familia para desacreditar al Reino ante los ojos de toda Europa. En este episodio, conocemos a la hermana de Alain, Diana, quien representa un fuerte contraste con su hermano dada su dulzura y belleza. La mañana en que Óscar pasa revista, descubre que uno de sus soldados, Lazare Dreselle no porta su fúsil, y aunque le amenaza con un castigo corporal o con la pena capital, este asegura no saber dónde lo perdió. Óscar decide pasarlo por alto y ordena entregarle otro fúsil. Óscar parte a escoltar al príncipe con sus hombres, y de inmediato no faltan atentados contra su vida y contra la del príncipe y su familia, todos ordenados por Saint-Just, quien al final se ve obligado a retirarse ante la irreducible vigilancia de Óscar. Entretanto, Alain empieza a admirar la capacidad de liderazgo de Óscar, descubriendo de pasada los problemas de vista de André y le compadeciéndole por el fuerte sentimiento que éste profesa a por Óscar. A su regreso a París, el General de Bouillé la felicita por el éxito de su empresa, pero le muestra también un fusil encontrado en una tienda de empeño, cuyo número pertenece a la dotación de su regimiento. El General de Bouillé le pide a Óscar que descubra lo más pronto posible a quien pertenece el fusil y que se lo comunique para que pueda tomar las medidas necesarias. Óscar deduce a quién pertenece le pertenece, aún cuando desconozca porqué el soldado, Lazare, lo vendió arriesgando su vida. Poco después en los dormitorios de los soldados de la Guardia se presenta la policía militar para arrestar a Lazare a causa del fúsil. Alain, soldado de la Guardia muy amigo de André, se presenta en la oficina de Óscar y primero, le pregunta qué haría si André pretendiese casarse con su hermana, y ante su respuesta indiferente, le pide a André que no se entrometa y segundo, la acusa de haber traicionado a uno de sus hombres al entregar a Lazare a la policía y la desafía a duelo. Episodio 32: Preludio a la tormenta (El preámbulo a la tormenta)
Alain la explica que la venta de armas y/o uniformes, así como compartir el rancho con la propia familia es práctica común entre los soldados a causa de las pésimas condiciones económicas en las que se encuentran, de modo que le pide comprensión e indulgencia. Conmovida, Óscar le pide al General de Bouillé que interceda a favor de Lazare, quien poco después es liberado y puede reincorporarse entre sus compañeros, contándoles a todos que su liberación se debe a la intercesión de Óscar. Avergonzado, Alain se encarga de comunicárselo a Óscar y disculparse por haberla creído una delatora; y en son de broma, agrega que podrá vender libremente su rifle, sabiendo que ella intercederá a por ellos. Entretanto Diana, la hermana de Alain, va a visitarle para comunicarle que está pronta a desposar un maravilloso hombre del cual está locamente enamorada. Al salir, la joven se encuentra con Óscar y le dice que su hermano le comentó que Óscar significa "Dios y espada" en hebreo; y aprovecha para comentar que eso aunado a sus hermosos cabellos rubios son dones que los dioses depositaron en ella. Óscar decide visitar París (en carruaje aristocrático) junto con André para agradecer al General de Bouillé, quien se encuentra en la Ópera, por haber liberado a su subordinado. Pero en el camino, el carruaje es bloqueado por el populacho de Saint-Antoine y Óscar y André se ven separados por la multitud, y son brutalmente agredidos. En la Ópera le comunican de la protesta al General de Bouillé, quien le ordena a Fersen que se haga cargo. Así, Fersen se entera que debe rescatar a Óscar. Al verla, la lleva hacia un callejón, pero ella quiere saber si André está bien y quiere irle a buscar. Sorpresivamente, Fersen le revela que está enamorado de ella, así que dejándola suficientemente anonadada, se marcha para rescatar a André. Fersen consigue llamar la atención de los alborotadores proclamando su nombre, así el populacho prefiere perseguirle antes que colgar a André, tildado de aristócrata. Vendados, Óscar y André descansan en Mansión Jarjayes, donde Óscar reflexiona acerca de la declaración de Fersen, considerándose incapaz de amar. Algún tiempo después, le avisan a Óscar que Alain no ha regresado de la licencia que solicitó para participar en el matrimonio de su hermana. André pide permiso para irle a buscar, y Óscar decide acompañarle. Al subir las escaleras que llevan al departamento de Alain, una vecina se queja del pestilente hedor que proviene de la casa de Alain. En el modesto departamento, entre lágrimas la madre cuenta que Diana se había suicidado. El hombre que la pretendía, un noble venido a menos, el día antes de la boda la abandonó para casarse con una mujer adinerada. No consiguiendo soportar el dolor y la vergüenza, Diana se había ahorcado. Al lado del cuerpo de su hermana, Alain se encontraba velándola, incrédulo de que ella ya no estuviese. Apesadumbrados, Óscar y André se marchan. Episodio 33: Campanas funerarias tocan en el crepúsculo (Una campana al anochecer)
André mata el tiempo escuchando los discursos de Bernard acerca de la Igualdad, entonces éste le invita a su casa, y así André descubre que se había casado con Rosalie. En enero de 1789, el Rey convoca la Reunión de los Tres Estados para el primero de mayo de ese año. Entretanto las condiciones de salud del joven Delfín, Louis Joseph, siguen empeorando y a petición de María Antonieta, Óscar visita al niño, fascinado desde siempre con ella. Junto a Óscar, el niño hace una larga cabalgata por los jardines del Palacio de Meudon, y le pide le espere, prometiéndole que en su próxima vida sería un hombre saludable, fuerte y robusto que pudiese desposarla. Medio año después de la muerte de Diana y tras sepultarla junto a su madre cerca al mar, Alain decide reincorporarse a la Guardia Francesa, pues desea ser testigo de los cambios que podrían agitar Francia. La inauguración de los Estados Generales tiene lugar el 4 de mayo en la sala Menus Plaisirs, y a la entrada de María Antonieta los Tres Estados la acogen fríamente. Contrariamente a los aplausos y vítores que lanzaron a la entrada de Luís XVI, ante la Reina se callan en un silencio absoluto. Entonces, comprende que el blanco del odio general es ella, y nadie más. Durante la guardia, Óscar se percata de los problemas visuales de André, así que decide probarle, pero él se las compone para persuadirla de lo contrario. El 4 de Junio de 1789 las condiciones de Louis Joseph empeoran, y finalmente muere. Escuchando las campanadas fúnebres, Óscar decide presentar sus respetos bajo una torrencial lluvia. Episodio 34: Ahora, el "Juramento de la cancha de tenis" (La traición de Óscar)
Durante la ronda, Alain comenta el cansancio y el aburrimiento que experimentan, puesto que el regimiento de Óscar se encarga de vigilar la reunión. En eso, Alain hace hincapié en el deteriorado aspecto físico de Óscar, quien se descubre expectorando sangre. Siguiendo el consejo de los Notables, el Rey desconoce la Asamblea General, la cual le restaría parte de su poder, y decide cerrar la sala de sesiones. Entonces, el General de Bouillé le ordena a Óscar que cierre la Sala para impedirles reunirse. En desacuerdo y aún protestando, Óscar obedece, identificándose con los ideales de los diputados del tercer Estado. El 20 de junio, los miembros del Tercer Estado no se amilanan y deciden reunirse en la Sala "Jeu de paume" donde se jugaba a la pelota vasca; aquí se declaran en Asamblea Constitucional, jurando no disolverse hasta proporcionarle una Constitución Política a Francia, despojándole así parte de su poder a la Corona. Aquí tiene lugar el juramento del Juego de Pelota. El 23 de Junio, el Rey les permite a los diputados reunirse nuevamente en la Sala de Sesiones, disponiendo que los del Tercer Estado entrasen posteriormente por una puerta secundaria, y que primero pasasen por la principal los diputados de la Nobleza y del Clero. Óscar se rebela y ordena abrir todas las puertas, explicando que si seguían bajo la lluvia, los diputados del Tercer estado podrían protestar violentamente. Durante la sesión, el Rey disolvía la Asamblea Nacional y planteaba volver a discutir únicamente los problemas económicos. Se retiraron los miembros de la Nobleza y del Clero, no así los del Tercer Estado y algunos Nobles que se pusieron de su parte para defenderles ante una posible lucha armada. El General de Bouillé convoca a Óscar y la amenaza con la destitución y la corte marcial por lo que hizo, a menos que desaloje la sala aún disparando a matar. Óscar se niega: "¡¿Son los representantes del pueblo de Francia, es a ellos a los que quiere que matemos?!" Y con estas palabras Óscar rehúsa obedecer. El General la arresta por traición, y decide impartirles a sus soldados la orden de desalojar la Sala de Sesiones él mismo. Inicialmente, los soldados de la Guardia Francesa titubean, luego se alinean, exceptuando por Alain y unos once soldados que le desconocen como comandante supremo de las Fuerzas Armadas y piden el regreso de su comandante, Óscar. Furioso, el General orden detenerles por insubordinación. Óscar observa la escena desde los ventanales, orgullosa y preocupada por la suerte de sus hombres. Seguidamente, el General de Bouillé regresa y le informa a Óscar que será degradada, encarcelada y en cuanto a sus subordinados, que serán apresados y a continuación, fusilados. Añade que será la Guardia Real la que se encargue del desalojo. Al retirarse, Óscar comprende que debe intervenir, pidiendo a gritos la ayuda de André, quien se encontraba fuera esperándola, consigue escapar. Episodio 35: Óscar, ahora es el momento de emprender el vuelo (Óscar está a punto de salir del nido)
Mientras en Versalles, tanto el Rey como el General de Jarjayes son informados de la traición de Óscar; y ante el consejo discuten cuál habrá de ser su castigo: Si el patíbulo o la confiscación de todos sus bienes y la privación del título nobiliario a su familia. Inseguro, el Rey decide consultarlo con la Reina, mientras el General pide castigar él mismo la insubordinación de su hija. El General convoca a su hija en su despacho, afirmando que la vergüenza que cubre a su familia a causa de su desobediencia, únicamente puede ser lavada con su sangre, y él mismo se castigará de su propio asesinato suicidándose después. Óscar argumenta que se trataría de una muerte insensata, pues ni siquiera con ella podría obtener la liberación de sus subordinados. Cuando el General desenvaina su espada, irrumpe André deteniéndolo, habiendo sido advertido por su abuela de que algo podría pasarle a Óscar. Durante el breve temblor, André bloquea al General contra las ventanas, y a continuación le amenaza con una pistola, diciéndole que si vuelve a intentar matar a Óscar, él mismo lo matará y raptará a Óscar. Dudando, el General sopesa sus palabras y comprende los verdaderos sentimientos que impulsan a André a proceder así, entonces, le recuerda que un matrimonio es imposible, dado que un miembro de la nobleza no puede desposarse sin el permiso del Rey. André le pregunta porqué el Rey no necesita pedir permiso a nadie para amar a una mujer. El General aprovecha el momento para golpearle, entonces André se rinde depositando su arma en el suelo y pidiéndole que le mate antes que a Óscar, pues no podría soportar verla morir. La Nana escucha toda la conversación temblando de pavor, cuando llega un mensajero desde Versalles anunciando que la Reina ha decidido perdonar a Óscar y a su familia, pero a cambio les pide lealtad. El General también les perdona la vida a sus "niños inconscientes". Alain anima a sus subordinados diciéndoles que pueden usar la corte marcial para mostrar su descontento. En eso, les anuncian que ya fueron sentenciados a sufrir la pena capital. Al día siguiente, Óscar se encuentra de incógnito con Bernard, proponiéndole que reúna a una multitud que solicite la liberación de sus soldados de la prisión de L’Abbaye, a cambio, si uno de sus conciudadanos sale herido, promete convertirse en su esclavo. Bernard acepta, pues puede ser una forma de medir su poder de convocatoria. Será misión de Óscar patrullar con sus soldados y asegurar una marcha pacífica. Bernard la felicita por haber pensado en todo. Contando con la aprobación de Robespierre, quien piensa en la simpatía popular, Bernard consigue reunir a mucha más gente de la que esperaba y se encaminan a pedir la liberación de los doce soldados. Entre tanta gente, André pierde de vista a Óscar, quien es atacada por la retaguardia por Saint-Just, quien desea eliminarla para provocar el desconcierto y poder dirigir la furia popular hacia la Monarquía. Ambos terminan su duelo en las alcantarillas, donde trabajosamente Óscar consigue vencerle, pero se encuentra demasiado fatigada como para perseguirle. Ante la indecisión general, la Reina ordena liberarles, antes de que se produzca un derramamiento de sangre. Satisfecho, Alain le ofrece la mano a Óscar, felicitándola por haber comprendido cómo deben hacerse las cosas. Episodio 36: La palabra de despedida es "Hasta la vista" (La última palabra es "Adiós") Robespierre se reúne en privado con Necker, advirtiéndole que Pueblo no tolerará una nueva alza de impuestos. Asimismo, le pide que persuada a la corona de aceptar la repartición del poder. Necker duda de ser escuchado, pero concede esforzarse por evitar una masacre. Óscar visita a la Reina para agradecerle por su intervención al concederle el perdón Real. María Antonieta le comenta que tuvieron que vender un candelabro de oro y una vajilla de plata para poder costear el entierro del Delfín. Asimismo, agrega que ha pedido la llegada de regimientos provincianos para defenderle de las revueltas y finalmente, le pide su ayuda cuando llegue lo inevitable. Una Óscar afiebrada rememora la conversación. Vuelve a expectorar sangre, lo que la convence de que le queda poco tiempo de vida. Justamente, la nueva sobrepoblación de la capital entre la llegada de los regimientos, las malas cosechas, y las migraciones acentúan la escasez de alimentos, cosa que genera en protestas donde se pide la abdicación del Rey. Entonces, el duque de Orleáns se presenta como posible sucesor. Óscar ordena le hagan un retrato, ante la sorpresa de su familia. El Pintor, Armand, le confiesa a Óscar que ya la conocía, y que la primera vez que la vio, fue durante la primera visita oficial de los Delfines a París, y recuerda el garbo y prestancia de Óscar, así como la juvenil belleza de la Reina. Entretanto, Necker propone repartir los impuestos entre todos los franceses sin excepción, así como reconocer la Asamblea Constituyente. Los Notables se oponen, y esto genera la caída de Necker. Armand desea concluir pronto el retrato, pues se da cuenta de la palidez de Óscar. Preocupado, André inquiere sobre lo que le pasa, a lo que Óscar responde en forma evasiva. Saint-Just insiste en desatar la Revolución, empezando por deshacerse del duque de Orleáns, a lo que Robespierre se opone, pues necesita la unión de todos. Además, le pide a Bernard que vigile a Saint-Just. Éste, le replica a Bernard que Robespierre es la otra cara de la misma moneda que forma con el duque de Orleáns: Ambos buscan el poder. Bernard lo comprende, como también comprende que son necesarios para permitir la transformación del Régimen. Ante la presencia de tantos soldados, Óscar no puede efectuar sus habituales patrullas. Alain le comenta que está preparado el terreno para la Revolución. Robespierre dispone que se arengue a la multitud hablándoles no sólo de la caída de Necker y de la sanción del Rey, sino también del asesinato de Necker, aunque esto último sea falso. Sus hombres, arengan a la multitud diciéndoles que ha llegado el momento de tomar sus armas y luchar contra la posible masacre que prepara la Corona. Óscar intenta persuadir a la Reina de dar marcha atrás, sacar a los soldados de París para evitar suspicacias e impedir la caída del Régimen cediendo un poco. La reina se rehúsa, y apela a su juramento de lealtad. Óscar le anuncia que ha solicitado su retiro. No queda más que despedirse con un "Au revoir". Episodio 37: En la noche de juramentos apasionados (Una noche inesperada)
La ciudad de París ya no es segura y pronto el ejército recibirá la orden de detener a la multitud aún teniéndoles que disparar. Los regimientos están alerta, mientras la compañía de Óscar espera recibir la orden de luchar con cierta aprehensión. El coronel D’Aiguillon le revela a Óscar que su esposa falleció de la misma enfermedad que la aqueja, así que le pide que se retire a descansar mientras esperan esa orden. Óscar hace llamar a su oficina a André, donde le espera sin dar señas de su presencia. Así, descubre que realmente André está ciego y que lo oculta usando sus otros sentidos. Poco después, le invita a escoltarla de regreso a casa. Allí Armand concluye el retrato de Óscar, representándola ataviada con una armadura sobre la grupa de su caballo, como un dios Marte. Comenta además, que sus ojos tienen un extraño color zafiro. Los que lo ven, quedan impresionados con la energía guerrera que emana; salvo por André quien la ve portando una corona de laureles entre rosas blancas, teniendo como fondo el bosque de Arras. Óscar no lo desmiente. Algún tiempo después, Alain llega junto a otros soldados para anunciarle que la orden que tanto temía ya llegó. Óscar y André deben regresar a las barracas. Mientras prepara los caballos, André recibe la visita del General de Jarjayes en las caballerizas, donde éste le pide que regrese sano y salvo, agregando a continuación que si él hubiese sido noble, le habría dado la mano de Óscar en matrimonio. Ninguno de los dos se percata de que Óscar escuchó su conversación desde la puerta. Camino a París, Óscar y André se topan con unos revoltosos que habían saqueado Los Inválidos. Viéndoles armados, Óscar decide escapar, pero André es herido y viendo el camino bloqueado, se ven obligados a buscar otra ruta por el bosque. Preocupada por la salud de André, Óscar decide enviarlo de vuelta a casa. Ante su renuencia, ella le revela que ya sabe que él no puede ver bien. André responde: "Iré contigo Óscar, lo haré. Tú sabes que siempre he estado contigo, y no te dejaré nunca." Conmovida, Óscar le pregunta cómo puede seguirla amando, aún cuando ella le hubiese ignorado enamorándose de Fersen. André le responde que la amaba aún antes de nacer. Entonces, Óscar le confiesa que ella también le ama. Sus cuerpos se unen como ya lo estaban sus corazones, en el crisol del amor. Contemplando el retrato de su hija, el General brinda a su salud. Es interrumpido por la Nana, quien le lee un último mensaje que Óscar le dejó antes de partir. Por el mismo, el General comprende que ella no volverá. Furioso, jura no perdonárselo nunca. Episodio 38: Ante la puerta del destino (En las puertas del destino)
Respecto al coronel D’Aiguillon, éste seguirá fiel a la corona, pero comprendido la situación, no enviará su informe sobre lo oído sino hasta el día siguiente. Llegando a París, Óscar se entera de que Lambesc, el comandante de los dragones alemanes, estaba masacrando a la multitud. Se abre paso ante la retirada del pueblo, y amenaza a Lambesc con enfrentarle si no deja marchar a la multitud. Habiéndole hecho retirarse, Óscar renuncia públicamente a su cargo, arrojando su insignia real. Con todo, no son vistos con buenos ojos por sus defendidos. Entonces, Óscar decide caminar entre ellos desarmada. Renuncia a su título de nobleza y les habla acerca de la Igualdad, pues sus soldados también son plebeyos. Sólo consiguen fraternizar cuando Bernard la apoya públicamente, de inmediato Óscar organiza la defensa del pueblo detrás de unas barricadas, mientras ella les abre paso distrayendo a los soldados enemigos. Óscar planea conducir a los monárquicos hacia la plaza, y atacarles por la retaguardia. En medio de la lucha, André recibe un mal golpe y queda completamente ciego, dependiendo de Alain para movilizarse. Alertado el ejército de la rebeldía de la Compañía "B", Óscar es cercada y las numerosas bajas la dejan con la mitad de sus hombres. Lo que queda de la Compañía "B" consigue guarecerse en las cloacas. Siendo pocos, deciden que unirse a Bernard es su última oportunidad. Al salir de su escondite, son visualizados por un soldado el cual dispara. Óscar consigue apartarse y a su vez dispararle. Sólo que, estando André detrás de ella, es él quién recibe la bala en el corazón en vez de ella. Exánime, André cae a sus pies. Episodio 39: ¡Su sonrisa se ha ido para siempre! (¡Esa sonrisa jamás volverá!) La herida en el corazón de Andrés es muy grave, y no obstante recibir el reconocimiento de diversos médicos que forman parte de las filas de Bernard, André muere, mientras Óscar le hace prometer que se casarán cuando todo haya terminado. Incrédula, Óscar no puede creer que su vida de pareja haya durado tan poco, no obstante los muchos años que vivieron juntos. Sintiéndose deprimida e impotente, Óscar anuncia su deseo de retirarse. Alain le recuerda que siendo su comandante, no puede traicionar la confianza de sus hombres y agrega, que no se sienta mal por André pues él murió feliz habiendo sido correspondido. La cubre con su capa y la aconseja tomarse un tiempo para reflexionar. Aquejada por un acceso de tos, Óscar pasea por las solitarias calles, lamentando la pérdida de André. Pierde también a su caballo, cuando se topa con una patrulla, pero consigue escapar con vida. Asimismo, es testigo de cómo la hija del acordeonista sepulta a su padre en las aguas del Sena tomando su lugar. Bernard le anuncia a Robespierre que tomarán la Bastilla, a pesar de sus protestas de que él no quiere eso. De pronto, se percata que la situación podría salírsele de las manos. El Pueblo se enardece aún en ausencia de sus líderes. Bajo una copiosa lluvia, Óscar duerme hasta que una familiar voz la saca de su sopor: "Tus soldados te esperan, todos estamos esperándole en el cuartel". Al saber que los cañones de la Bastilla habían cambiado de dirección, Bernard le pide a Alain que encabece la milicia. Éste se niega a aceptar. Está seguro de que Óscar volverá, así que cuando la encuentra, le dice que la necesitan para atacar a la Bastilla. Sintiendo que es André quien la llama, Óscar llora una última vez en el hombro de Alain, antes de reincorporarse. Bernard y la milicia la pasan mal, pues aunque tienen cañones ninguno sabe cómo usarlos. La llegada providencial de Óscar y sus hombres les permiten luchar de igual a igual. Ante esto, el gobernador de Launay ordena disparar hacia el comandante de la milicia: "¡FUEGO!" Mientras Óscar sigue el vuelo de una paloma blanca, se desploma llamando a André. Episodio 40: Adiós, mi amada Óscar (Adiós, querida Óscar) Óscar se encuentra malherida. Alain y algunos de los miembros de la milicia consiguen llevarla a resguardo donde un médico la examina y se hace obvio que no sobrevivirá. Rosalie le limpia el hollín, mientras Óscar le ordena a Alain continuar con la lucha hasta hacer que la Bastilla se rinda. Alain obedece. Una hora después de la muerte de Óscar, sus deseos se hacen realidad. Cinco años después, Alain remueve el terreno de su chacra cuando recibe la visita de Rosalie y de Bernard. Juntos recuerdan los principales eventos que componen la Revolución Francesa: El regreso de Fersen, la marcha de las mujeres a Versalles, la inclinación de la Reina ante el populacho, el traslado de la familia real a las Tullerías, la tentativa de fuga de la familia real, el adiós entre María Antonieta y Fersen, el encanecimiento de los cabellos de la Reina ante la angustia que sufrió durante el trayecto de regreso a París, el proceso y la condena de muerte a los Reyes. Entre lágrimas, Rosalie le revela a Alain que consiguió infiltrarse en la Conciergerie como sirvienta de la Reina, quien no la reconoció a primera vista y que cuando lo hizo, le pedía que le contase acerca de su vida al lado de Óscar, anécdotas que la consolaban. Alain no comprende el sentido de recordar cosas tristes, hasta que Bernard le comenta que está escribiendo una Breve Historia de la Revolución Francesa, dentro de la cual piensa incluir la historia de Óscar y André, la cual a su vez está relacionada con el último pedido de la Reina. Rosalie le revela que la mañana en que sería conducida a la guillotina, la Reina le entregó una rosa blanca hecha con algunos restos de papel que encontró en su celda, con el deseo de que la tiñese con el color favorito de Óscar. Deseando cumplir el último deseo de la Reina, Rosalie deseaba saber si acaso él conocía cuál era el color favorito de Óscar, pues a pesar de que vivió muchos años con ella, nunca lo supo. Alain sonríe pensativo y le dice que él tampoco llegó a saber cuál era el color favorito de Óscar, pero que sí sabe cuál habría sido la elección de André: "Realmente no sé cuál era su favorito. Pero sí sé una cosa: André la habría preferido blanca. Eran sus preferidas." Entonces, Rosalie decide dejarla tal y como estaba. La narradora nos dice que Robespierre y Saint-Just terminaron en la guillotina, mientras que Fersen, convertido en un hombre amargado, murió diez años después masacrado por el Pueblo sueco. |
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